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Una biblioteca es memoria, diálogo y luz, un estímulo constante para ejercer la pura alegría de leer. Emilio Lledó.

martes, 20 de mayo de 2014

Un problema grave de anumerismo en los sorteos públicos aleatorios

En los concursos públicos suele haber una serie de criterios de selección que permiten ordenar a los candidatos. Sin embargo, a veces estos criterios no son suficientes y surgen candidatos con puntuaciones equivalentes. Ante tal situación se hace necesario escoger a los ganadores mediante sorteo.

Desgraciadamente, los sorteos no son todo lo justos que podrían ser, y además, lo son por causas totalmente injustificadas. Uno de los casos más frecuentes se da cuando el criterio de selección está ligado al orden lexicográfico de nombres y/o apellidos de los candidatos.

Clara Grima nos explica de forma detallada y amena en uno de sus artículos por qué los sorteos basados en las letras del apellido son absolutamente injustos: http://www.jotdown.es/2013/05/la-importancia-de-llamarse-grima/

Vamos a explicar con el mismo ejemplo del anterior artículo, pero con datos de nuestro centro, por qué estos sorteos en los que se saca una bola con una letra y a partir de ahí, en el orden convenido, se elige a los aspirantes según su apellido o apellidos son del todo injustos.

Usemos la lista pública de alumnos de 4º ESO de nuestro centro con algún "añadido".


Imaginemos que, por sorteo, vamos a elegir a uno de los alumnos para concederle un viaje cultural. Sacamos una letra y elegimos al primero, por orden descendente, por el primer apellido.

Pues bien, Roldán Galisteo no tiene papeletas en ese sorteo. ¿Por qué? Pues porque si en el mejor de los casos sale la R, se lo llevaría Ramírez Parejo que es el primer apellido en orden descendente.

Solo juegan aquellos cuyo primer apellido es el primero, alfabéticamente, entre los que empiezan con esa misma letra. Pero no todos tienen la misma probabilidad. Porque Quintana solo gana en el caso de que salga la Q en la bolita, pero vamos a pararnos un poquito y veamos qué pasa en otros casos.

Por ejemplo, Fernández Lozano, ganaría con la bola de la E (ningún apellido de esta lista comienza con E) y con la bola de la F. Es decir, tiene, por ejemplo, el doble de probabilidad de salir que Quintana e infinita más que Roldán Galisteo. Luján saldría con las bolas de la I, J, K (ningún apellido de esta lista comienza con I o J o K) y con la bola de la L. Ojeda juega con 3 bolas: la de la N, la de la Ñ y la de la O. Valverde juega con 3 bolas: T, U y V, y Aguilera con 5 bolas: W, X, Y, Z y A. Toma ya.

Aquí tenemos la tabla con las probabilidades de cada alumno en el caso de un sorteo de estos de las letritas:


Para calcular la probabilidad de cada alumno, basta con dividir el número de bolas que le dan el premio, 5 en el caso de Aguilera, entre el número total de bolas, 27. Luego multiplicamos por 100 para escribirlo con porcentajes que gusta más.

Así que parece claro que este tipo de sorteos es absolutamente injusto y se han usado, y se siguen usando, para adjudicaciones que pueden ser fundamentales en la vida de una persona, no es un viaje, es un colegio, un trabajo, una casa…

Aquí tenéis un caso concreto en el que un profesor de instituto dirije una queja a la Subdirección General de Atención al Ciudadano de la Comunidad de Madrid, y la increíble respuesta de la ilustrísima Directora General Mercedes Ruiz Paz.

Queja:


Respuesta:



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