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Una biblioteca es memoria, diálogo y luz, un estímulo constante para ejercer la pura alegría de leer. Emilio Lledó.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Los cuentos de fray Perico



LOS CUENTOS DE FRAY PERICO

Fray Nicanor, que era el Superior del convento, estaba barriendo la iglesia cuando llegó un hombre rústico, gordo y colorado, llamado Perico, y le dijo que quería ser fraile y quedarse con ellos.

Acudieron todos los frailes, rodearon a Perico y le preguntaron qué sabía hacer. Pero Perico lo único que sabía era contar cuentos bonitos.

Los frailes le dijeron que eso no servía para nada y se marcharon dando un portazo. Perico se quedó solo en la iglesia y se puso a llorar en un banco; le caían unos lagrimones tremendos. San Francisco se compadeció de él y le dijo:

-¿Por qué no me cuentas un cuento?

-¿Te gustan?

-Claro que me gustan. Estoy tan aburrido...

-Perico le contó un cuento de un zapatero que hacía zapatos maravillosos cosiéndolos con la punta de su nariz, y San Francisco se partía de risa. Cuando estaba a mitad del cuento llegaron a rezar los frailes y se extrañaron mucho al ver a Perico allí.

-¿Qué haces?

-Estoy contando un cuento a San Francisco.

-¡Eres tonto! ¡San Francisco no te puede escuchar!

Al día siguiente se lo encontraron otra vez delante del santo. Y se quedaron perplejos al ver que había traído una vaca y una cabra.

-¿Qué hacen aquí esta cabra y esta vaca?

-Se las he traído a San Francisco para pedirle perdón.

Todos miraron al santo.

-¡Está sonriendo!- dijo fray Simplón.

Los frailes se rascaron la oreja. San Francisco nunca se había reído.

-Está bien- dijeron. Te puedes quedar en el convento.

Perico dio un salto y abrazó a todos los frailes. El padre Superior le puso el hábito y le dio su bendición.

-Te llamarás fray Perico y tocarás la campana.

Fray Perico salió corriendo y tocó la campana con tanta fuerza que rompió la cuerda.



ACTIVIDADES
  1. ¿Dónde ocurren los acontecimientos?

  2. ¿Qué es lo único que sabe hacer Fray Perico?

  3. ¿A quién le gustan sus cuentos?

  4. ¿Por qué al final todos los frailes decidieron que se quedara en el convento?

  5. ¿De qué iba el primer cuento que Perico relata?

  6. ¿Dirías que es un texto real o fantástico? ¿Por qué?

  7. ¿Qué tipo de texto es? ¿Aparece alguna otra tipología textual? ¿Cuál?

  8. Comenta la estructura del texto teniendo en cuenta su tipología.

  9. Resume brevemente el contenido del texto.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Ficha de lectura voluntaria

Utiliza esta ficha para tus lecturas voluntarias. 

Para imprimirla descárgala aquí.


Ficha bibliográfica

Para que entres en contacto con los libros, sabes que tienes que realizar una ficha bibliográfica al mes y entregarla a tu profesora de lengua. Puedes realizarla a mano o imprimirla desde aquí.

Descarga aquí



domingo, 25 de noviembre de 2012

Lope de Vega

Lope de Vega es uno de los más importantes poetas y dramaturgos del Siglo de Oro español. Este domingo 25 de noviembre se celebra el 450 aniversario de su nacimiento. Lee el siguiente poema y contesta las preguntas.

Soneto 126
Desmayarse, atreverse, estar furioso,

áspero, tierno, liberal, esquivo,

alentado, mortal, difunto, vivo,

leal, traidor, cobarde y animoso;



no hallar fuera del bien centro y reposo,

mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,

enojado, valiente, fugitivo,

satisfecho, ofendido, receloso;



huir el rostro al claro desengaño,

beber veneno por licor süave,

olvidar el provecho, amar el daño;



creer que un cielo en un infierno cabe,

dar la vida y el alma a un desengaño;

esto es amor, quien lo probó lo sabe.





ACTIVIDADES

1. ¿Cuál es el tema del poema?

2. En el texto aparecen varios pares de antónimos. Señala algunos de ellos.

3. ¿De qué tipo de composición poética se trata? Señala su esquema métrico.

4. ¿Por qué crees que el autor usa antónimos para definir el amor?


* Un moderno llamado Lope: esta semana se celebran los 450 años del nacimiento del dramaturgo con un discreto aniversario. Sus colegas del siglo XXI reivindican su obra. Leer más...

* Amar en tiempos de Lope: en vísperas del 450 aniversario de su nacimiento, seguimos los pasos del escritor por Madrid. En la casa del número 11 de la calle Cervantes acabó su vida lleno de aventuras galantes. Leer más...

sábado, 17 de noviembre de 2012

Lecturas contra la violencia de género

Durante esta semana vamos a realizar en nuestro centro diversas actividades para conmemorar el día contra la violencia de género.

Desde el blog de la biblioteca queremos contribuir con algunas lecturas que nos ayuden a reflexionar sobre el tema.

"Libre te quiero", Agustín García Calvo

Libre te quiero,

como arroyo que brinca

de peña en peña.

Pero no mía.

Grande te quiero,

como monte preñado

de primavera.

Pero no mía.

Buena te quiero,

como pan que no sabe

su masa buena.

Pero no mía.

Alta te quiero,

como chopo que en el cielo

se despereza.

Pero no mía.

Blanca te quiero,

como flor de azahares

sobre la tierra.

Pero no mía.

Pero no mía

ni de Dios ni de nadie

ni tuya siquiera.



Libre te quiero - (Poema: Agustín García Calvo / Música: Amancio Prada):




"Reglas del juego para los hombres que quieren amar a mujeres", Gioconda Belli

I

El hombre que me ame

deberá saber descorrer las cortinas de la piel,

encontrar la profundidad de mis ojos

y conocer la que anida en mí,

la golondrina

transparente de la ternura.


II

El hombre que me ame

no querrá poseerme como una mercancía,

ni exhibirme como un trofeo de caza,

sabrá estar a mi lado

con el mismo amor

con que yo estaré al lado suyo.


III

El amor del hombre que me ame

será fuerte como los árboles de ceibo,

protector y seguro como ellos,

limpio como una mañana de diciembre.


IV

El hombre que me ame

no dudará de mi sonrisa

ni temerá la abundancia de mi pelo

respetará la tristeza, el silencio

y con caricias tocará mi vientre como guitarra

para que brote música y alegría

desde el fondo de mi cuerpo.


V

El hombre que me ame

podrá encontrar en mí

la hamaca para descansar

el pesado fardo de sus preocupaciones

la amiga con quien compartir sus íntimos secretos,

el lago donde flotar

sin miedo de que el ancla del compromiso

le impida volar cuando se le ocurra ser pájaro.


VI

El hombre que me ame

hará poesía con su vida,

construyendo cada día

con la mirada puesta en el futuro.


VII

Por sobre todas las cosas,

el hombre que me ame

deberá amar al pueblo

no como una abstracta palabra

sacada de la manga,

sino como algo real, concreto,

ante quien rendir homenaje con acciones

y dar la vida si necesario.


VIII

El hombre que me ame

reconocerá mi rostro en la trinchera

rodilla en tierra me amará

mientras los dos disparamos juntos

contra el enemigo.


IX

El amor de mi hombre

no conocerá el miedo a la entrega,

ni temerá descubrirse ante la magia del

enamoramiento

en una plaza pública llena de multitudes

Podra gritar —te quiero—

o hacer rótulos en lo alto de los edificios

proclamando su derecho a sentir

el más hermoso y humano de los sentimientos.


X

El amor de mi hombre

no le huirá a las cocinas

ni a los pañales del hijo,

será como un viento fresco

llevándose entre nubes de sueño y de pasado

las debilidades que, por siglos, nos mantuvieron

separados

como seres de distinta estatura


XI

El amor de mi hombre

no querrá rotularme o etiquetarme,

me dará aire, espacio,

alimento para crecer y ser mejor,

como una Revolución

que hace de cada día

el comienzo de una nueva victoria.




"Tú me quieres blanca", Alfonsina Storni


Tú me quieres alba,

Me quieres de espumas,

Me quieres de nácar.

Que sea azucena

Sobre todas, casta.

De perfume tenue.

Corola cerrada


Ni un rayo de luna

Filtrado me haya.

Ni una margarita

Se diga mi hermana.

Tú me quieres nívea,

Tú me quieres blanca,

Tú me quieres alba.


Tú que hubiste todas

Las copas a mano,

De frutos y mieles

Los labios morados.

Tú que en el banquete

Cubierto de pámpanos

Dejaste las carnes

Festejando a Baco.

Tú que en los jardines

Negros del Engaño

Vestido de rojo

Corriste al Estrago.


Tú que el esqueleto

Conservas intacto

No sé todavía

Por cuáles milagros,

Me pretendes blanca

(Dios te lo perdone),

Me pretendes casta

(Dios te lo perdone),

¡Me pretendes alba!


Huye hacia los bosques,

Vete a la montaña;

Límpiate la boca;

Vive en las cabañas;

Toca con las manos

La tierra mojada;

Alimenta el cuerpo

Con raíz amarga;

Bebe de las rocas;

Duerme sobre escarcha;

Renueva tejidos

Con salitre y agua;

Habla con los pájaros

Y lévate al alba.

Y cuando las carnes

Te sean tornadas,

Y cuando hayas puesto

En ellas el alma

Que por las alcobas

Se quedó enredada,

Entonces, buen hombre,

Preténdeme blanca,

Preténdeme nívea,

Preténdeme casta.




Cortometraje realizado por alumnos de 4º ESO del IES Las Viñas de Moriles contra la violencia de género: 

viernes, 9 de noviembre de 2012

Biografía de Galileo Galilei

El hombre más inteligente del mundo (al menos allá por el siglo XVI) nació en Pisa en 1564. Su padre era músico y de ahí que Galileo se luciera cada vez que le rascaba la barriga a un laúd.

Sobre su infancia y su primera juventud se saben dos o tres cosillas. En ninguna biografía seria tropezarás con los nombres de Caterina Scarpaci o Valerio Gonfiori. Ningún libro de historia recuerda ya el episodio de Ugolino y la liga de envenenadores. Lo más mosqueante de todo es que tampoco figure ninguna noticia acerca de un hijo del duque de Mantua llamado Lorenzino, y mucho menos de uno al que le sentara mal un postre de arsénico. Tanto es así que a uno le da por sospechar que toda la aventura no fue sino una invención del autor de este libro.



Se sabe que Galileo no llegó a terminar los estudios de Medicina y que se salió con la suya (¿acaso alguno lo dudaba?) y terminó siendo alumno de Ostilio Ricci. Curiosamente, su primer trabajo fue como profesor de matemáticas en la Universidad de Pisa. A partir de ahí su inteligencia, su gusto por la polémica y su falta de respeto hacia la autoridad de Aristóteles le hizo ganar un prestigio extraordinario. Y también le trajo infinidad de disgustos.

Su talento levantaba admiración. Sus ideas, ampollas.

Como hemos visto, a pesar de tener un pico de oro y verse capaz de vender estufas en el desierto, no destacaba precisamente por sus dotes de diplomático. En uno de sus libros se refería así a quienes no compartían sus opiniones: «Aun con todas las pruebas del mundo, ¿qué esperáis conseguir de personas tan estúpidas que no reconocen sus propias limitaciones?». Y claro, en este plan, había gente que se picaba.

Resulta muy frustrante que alguien más listo que tú te lleve la contraria, se luzca dejándote sin argumentos y encima se pitorree. Así, Galileo fue reuniendo una amplia colección de enemigos. Como no le podían ganar con argumentos, recurrieron al juego sucio.

Galileo era creyente, pero no consideraba que la Biblia fuera un libro de texto de ciencias. Porque de serlo, más parecía escrito por Aristóteles que por el rey David o un evangelista. Sus enemigos se empeñaron en que si le enmendaba la plana a Aristóteles hacía lo mismo con las Escrituras, una ocurrencia que se conocía con el nombre de herejía y se premiaba con tormentos exquisitos en una mazmorra de la Inquisición o churruscándote los pies al calor de una hoguera.

Después de muchas generaciones en las que la gente sabía prácticamente lo mismo que sus tatarabuelos, en el siglo XVI las ciencias empezaron a adelantar una barbaridad. La Biblia reflejaba el conocimiento de la época en que se divulgó, más de un milenio antes, así que se daba de tortas con los nuevos descubrimientos. Para algunos, aquello probaba que la Biblia no tenía razón en nada, para otros indicaba que simplemente se trataba de un libro de fe, no de un manual de física, y que si San Mateo se hubiera puesto a explicar la ciencia del futuro, nadie hubiera entendido una palabra.

Había religiosos que admiraban el progreso y lo encontraban perfectamente compatible con sus creencias, y quienes pensaban que cuestionar una sola coma de las Sagradas Escrituras pondría en tela de juicio todo lo demás. Uno de los puntos que más escocía la sensibilidad de los conservadores era si el Sol giraba alrededor de la Tierra (la opinión del viejo Aristóteles) o si era la Tierra quien giraba alrededor del Sol (la opinión de un tal Copérnico, también conocida como heliocentrismo).

Galileo apostaba abiertamente por Copérnico y se embarcó en una campaña en su favor. Sus descubrimientos astronómicos encajaban de maravilla en el modelo nuevo. La Iglesia no era muy amiga de las novedades y le dejó caer que aquello no le hacía demasiada gracia. Así que cuando Galileo escribió su gran defensa del heliocentrismo, sabía bien con quién se la estaba jugando.

Para el libro eligió un título breve y pegadizo: Diálogo sobre los dos sistemas máximos del mundo: Tolemaico y Copernicano. Al hojearlo parece un guión de cine: está lleno de diálogos. En él, tres personajes, Salviati, Simplicio y Sagredo, en lugar de correr aventuras y salvar la Tierra de catástrofes, pasan la tarde discutiendo sobre sus ideas. Salviati comparte el punto de vista de Copérnico (Galileo), Simplicio piensa como un aristotélico poco espabilado, y Sagredo está un poco a verlas venir, aunque termina simpatizando claramente con Salviati. A medida que avanza el diálogo, Salviati lleva la voz cantante y Simplicio interpreta al payaso de las bofetadas. La postura de Copérnico se defiende con brillantez y Aristóteles sale trasquilado. Sin embargo, al final, Salviati termina reconociendo que le ha estado tomando el pelo a los otros dos un poco por diversión y por demostrar sus mañas dialécticas. En el fondo, qué cosas, Aristóteles tenía razón.



El propósito de Galileo era que cualquier persona inteligente quedara cautivada ante las ideas de Salviati, pero que si alguien le acusaba de desafiar a la Iglesia pudiera escudarse en que el libro terminaba apoyando explícitamente a Aristóteles. Muy cuco nuestro amigo, ¿verdad?

Pues no coló.

Sus enemigos supieron jugar sus cartas. El golpe más bajo fue que convencieron al papa de que Simplicio, el panoli de la función, estaba inspirado en él. Y se armó el belén.

Con casi setenta años, ya enfermo, a Galileo le pusieron en la disyuntiva de retractarse o de disfrutar los placeres de la tortura. Terminó cediendo: sí, tenían toda la razón, se había pasado de listo al hacer tan brillante a Salviati, pero que no quedara la menor duda de que Simplicio tenía razón. ¡Que viva Aristóteles!

Salvó el pellejo, pero tuvo que pasarse los ocho años que le quedaban de vida bajo arresto domiciliario.

Muchos dicen que su retractación fue una vergüenza. Probablemente nunca los han amenazado con la tortura cuando se sentían débiles y enfermos, y con setenta años, una edad a la que estas cosas sientan requetemal.

En cualquier caso, a la larga, fueron las ideas de Salviati las que sedujeron al mundo.

Galileo tampoco era infalible. En alguno de sus argumentos en favor del heliocentrismo metió un poco la pata, como al explicar la dinámica de las mareas mediante la rotación de la Tierra.

El año de su muerte, 1642, nació en Inglaterra un niño que le tomaría el relevo en el puesto de hombre más inteligente del planeta: se llamaba Isaac Newton.

Del libro:
Galileo envenenado
del escritor  David Blanco Laserna
Anaya, 2011

Breve Historia del Álgebra

  • De los números a las letras
Se suele pensar que el álgebra comienza cuando se empiezan a utilizar letras para representar números. En realidad, la utilización de letras dentro del ambiente matemático es muy vieja.

— Los griegos escribían los números mediante las letras de su alfabeto: a era 1, b era 2, g era 3, d era 4,... 

— La numeración romana también utilizaba letras.

Pero en ambos casos, cada letra representaba un número bien determinado.


El álgebra comienza, en realidad, cuando los matemáticos empiezan a interesarse por las operaciones que se pueden hacer con cualquier número, más que por los mismos números. Ese cualquier número se representa con una letra y se da, así, el paso de la aritmética, que se interesa por los número concretos, al álgebra.

En un principio, las operaciones generales con números cualesquiera se describían con un montón de palabras:
¿Cuánto vale “la cosa” que, si se triplica y se la añade diez, vale el cuadrado de “la cosa”?

Por el uso de la palabra se le llamó álgebra retórica.

Luego, los matemáticos se inventaron una especie de taquigrafía para decir lo mismo pero en menos espacio. Así:
Tres veces “cosa” más diez, es “cosa” por “cosa”. ¿Cuánto es “la cosa”?

Se inició así el período del álgebra sincopada, es decir, abreviada. La cosa, era el término técnico para la incógnita.

Hacia el siglo XVI, los matemáticos ya se habían dado cuenta de que sería mejor tener símbolos para la cosa buscada, es decir, para la incógnita (x) y para los números que intervenían en las ecuaciones cuando no importaba qué números concretos debían ser.

En esta época (del álgebra simbólica) el problema anterior ya se expresaba así:
¿Cuánto es   x  si   3x + 10 = x2?

Al darse cuenta de que el método para resolver una ecuación como esta sirve igual si, en lugar de 3 y 10, hay otros números cualesquiera, el problema tomó la forma más abstracta:
Hallar   x   tal que   ax + b = x2

  • El comienzo del álgebra: los árabes
El álgebra es, sobre todo, una invención de los árabes en el siglo IX, y su expansión hacia Europa en el siglo XII tuvo lugar gracias al trasvase de cultura que se desarrolló en la península ibérica hacia este periodo. 

Harun al-Rashid, el sultán de Bagdad que aparece en Las Mil y una Noches, fue un gran protector de las ciencias y de las letras, como también su hijo, Al-Mamun. Durante el reinado de este, en el siglo IX, vivió en Bagdad el mejor matemático de la época, Al-Khowarizmi, que escribió, hacia el año 825, una obra titulada Aljabr w´al muqabalah (Ciencia de la restauración y oposición) y que constituía el primer tratado de álgebra.

Esta obra fue traducida al latín hacia 1140 por el sevillano Juan de Luna (Johannes Hispaliensis) y, un poco más tarde, por un italiano, Gerardo de Cremona, quien vino a Toledo para aprender árabe y hacerse así capaz de leer las obras sobre astronomía y otras matemáticas de los árabes.

  • Toledo: centro de la ciencia
De los siglos X al XII, Toledo fue para la ciencia europea el centro fundamental de atracción. Gerberto, el Papa más cultivado científicamente en la historia de la Iglesia, llegó a ser, tal vez, el hombre más culto de su tiempo y, antes de ser Papa, fue enviado a España, a finales del siglo X, para completar su formación.

En el siglo XII, Alfonso X el Sabio instituyó en Toledo la Escuela de Traductores, desde donde la ciencia griega y árabe se esparcieron por toda Europa.

  • Desarrollos posteriores
Italia, a través del estímulo del comercio con los árabes, fue otro foco de expansión del álgebra. Leonardo de Pisa, más conocido como Fibonacci (hijo de Bonacci), comenzó en el siglo XII a divulgar los conocimientos algebraicos de los árabes, que había ido conociendo en los viajes de negocios que con su padre hacía.

También es mérito de Fibonacci el haber entendido las grandes ventajas del sistema de numeración árabe, que hoy utilizamos en nuestros cálculos aritméticos, frente a la enorme dificultad para operar con los números romanos, hasta entonces en uso.

Fibonacci trató de convencer de ello a sus contemporáneos, encontrando en su intento grandes resistencias. Un ejemplo más de la inercia del pensamiento colectivo.

En el Renacimiento del siglo XVI los nombres más importantes son los del italiano Cardano, que con su obra Ars Magna proporciona al álgebra un fuerte impulso, y el francés Vieta, que aunque profesional del derecho, se dedicó como aficionado con gran éxito a las matemáticas. Él fue quien dio el paso decisivo de representar números arbitrarios por letras en las ecuaciones y fórmulas de álgebra.

El álgebra del Renacimiento (siglo XVI , comenzó estudiando a fondo ecuaciones tales como:

ax2  +  bx  +  c  =  0,  o     x3 +  px  =  q

Su gran triunfo, en este periodo, consistió en obtener una fórmula de resolución de esta última ecuación: la ecuación cúbica.

  • Álgebra, Geometría y Análisis
Uno de los grandes triunfos del álgebra se produjo cuando Descartes, en el siglo XVII, fue capaz de expresar en términos de problemas algebraicos, para los que ya se conocían métodos de resolución, problemas geométricos que se consideraban extraordinariamente complicados. Con ello creó un nuevo campo de la matemática, la geometría analítica.

Como verás, enseguida serás capaz tú mismo de resolver, reduciéndolo a un problema algebraico, el siguiente problema geométrico:
Dado el segmento AB, determinar un punto P dentro de él tal que las distancias PA, PB, AB, se comporten de la siguiente manera:


El número que mide la proporción PA/AB es precisamente el número áureo de los griegos que tuvo y tiene una gran importancia en la matemática, así como en el arte y en la arquitectura clásica y actual. La creación de la geometría analítica dio lugar a nuevos e interesantes problemas y estimuló a pensar en métodos más potentes para resolverlos. Con ello tuvo lugar, también en el siglo XVII, el desarrollo del análisis matemático. Como puedes ver, en matemáticas ha existido desde siempre, como en la actualidad, una gran conexión entre unos campos y otros.

  • Esos dichosos problemas
Problemas matemáticos importantes, como el que consistía en trisecar (dividir en tres) un ángulo cualquiera solo con regla y compás, o el de construir un heptágono regular también, únicamente, con regla y compás, fueron reducidos a problemas algebraicos en el siglo XVII y principios del XIX. Con ellos se logró demostrar que tales tareas, que habían preocupado tanto a los matemáticos desde el tiempo de los griegos, eran imposibles de realizar.

  • Gauss: “¿A qué me dedico?”
Precisamente el problema de decidir cuáles son los polígonos regulares que se pueden construir con regla y compás fue resuelto por un joven alemán de 18 años en 1796, Carl Friedrich Gauss.

Hasta entonces había estado indeciso entre dedicarse a matemáticas o a filología. Tanto le entusiasmó su resultado que se decidió por las matemáticas. Gauss, con Arquímedes y Newton, es considerado entre los más grandes matemáticos de la historia de la humanidad.



  • Algebrista y sangrador
En la puerta de cualquier barbero castellano del siglo XVI, se podía leer con grandes rótulos:

Algebrista y sangrador

Extraño, ¿no? Pero, en realidad, lo extraño es que hoy llamemos algebrista al matemático que se ocupa de los polinomios.

Hacia el año 825, el árabe Al-Khowarizmi, como ya hemos visto, escribió un libro que había de hacer época: Aljabr w´al muqabalah.

La palabra abr significa reunir, juntar o restaurar, y así, si se tiene:
bx  +  2q  =  x2  +  bx  -  q

mediante al-jabr (sumar o restaurar lo que está restando), resulta:
bx  +  3q  =  x2  +  bx

Y de aquí, mediante al-muqabalah (restar u oponer lo que está sumando), resulta:
3q  =  x2

Lo lógico era que el término árabe al-jabr pasara al castellano con su significado más corriente de restaurar (pocos se dedicaban a las sumas) y, como los barberos antiguos, normalmente, además de afeitar, se dedicaban a hacer sangrías y a restaurar (al-jabr) huesos rotos, el nombre de ALGEBRISTA Y SANGRADOR se colocaba a la puerta de las barberías con toda justicia.
  • Los polinomios y las funciones: ¿un capricho de matemáticos ociosos?
• El área de un círculo es proporcional al cuadrado del radio.

• Cuando una piedra cae desde un décimo piso, la distancia recorrida es proporcional al cuadrado del tiempo de caída.

• El volumen de una esfera es proporcional al cubo del radio.

• La atracción mutua entre dos planetas es inversamente proporcional al cuadrado de la distancia entre ellos.



• La intensidad de la luz producida por un foco es inversamente proporcional al cuadrado de la distancia al foco.

• Al tratar de estudiar las órbitas de los planetas, el movimiento de una piedra al ser lanzada en ángulo y otros muchos fenómenos corrientes, aparecen de modo natural las funciones.

Los polinomios no constituyen un capricho superfluo de los matemáticos, sino que están motivados por el interés en estudiar estos y otros fenómenos semejantes desde el punto de vista cuantitativo.

Para saber más sobre la historia del álgebra en diferentes civilizaciones antiguas pincha aquí.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Don Jardín


Don Jardín era un señor que amaba mucho la naturaleza. Vivía en una ciudad. Cada tarde, en cuanto sonaba la sirena de la fábrica en la que trabajaba, montaba en su bicicleta y corría hasta el bosque. Como la fábrica echaba tanto humo, él aguantaba la respiración durante las horas de trabajo lo más que podía. Solía aguantar la respiración desde las nueve de la mañana, al entrar en la fábrica, hasta las cinco de la tarde, en que le empezaban ya a dar mareos y a nublársele la vista. La salida era a las seis. Cada tarde, al irse a respirar al bosque, donde hacía ejercicios respiratorios para llenarse de aire limpio para todo el día siguiente, se llevaba su cantimplora. Abría su cantimplora, la ponía boca abajo, le daba unos golpecitos en el fondo para que saliese el aire de la ciudad y la llenaba de aire puro, corriendo a través del bosque para que le entrase el aire a fondo. La cerraba y se iba para casa. Y a la tarde siguiente, hacia las cinco, al sentir los primeros síntomas de asfixia, abría su cantimplora y se bebía el aire del bosque. Con eso tiraba hasta las seis.

Cuando llevaba bastantes años respirando un aire tan puro todas las tardes de seis a nueve, notó como cosquillas dentro del pecho. Como estaba tan preocupado con las cosas respiratorias se fue enseguida al médico, que le miró por rayos X. El médico le miró largo rato, lanzó varias exclamaciones de asombro, se restregó los ojos, miró todos los mandos del aparato de rayos X por si había algún cruce con la televisión, y al final le dijo: “Tiene usted los pulmones más sanos que he visto en mi vida. Están llenos de aire purísimo. Tiene usted dentro el rincón menos contaminado de toda la ciudad”. “¿Y las cosquillas que siento, doctor?” El doctor guardó silencio un rato y al fin dijo: “Entrando en los pulmones a mano izquierda le ha nacido a usted una amapola”.

“Las fantásticas aventuras del caballito gordo”

J. Antonio del Cañizo


ACTIVIDADES

1) ¿Dónde trabajaba D. Jardín? ¿Cuál era su horario?

2) ¿Con qué estaba obsesionado Don Jardín?

3) ¿Por qué fue al médico?

4) Resume brevemente el texto.

5) Señala en el texto la estructura: planteamiento, nudo y desenlace.

6) ¿A qué tipología textual pertenece este texto? Razona tu respuesta.

7) ¿Se trata de un texto real o fantástico? ¿Por qué?



domingo, 4 de noviembre de 2012

El miserere


El miserere (Gustavo Adolfo Bécquer)





ACTIVIDADES

1. Comenta el contenido de la leyenda basándote en sus numerosos ingredientes románticos: gusto por lo fantástico, el marco espacio-temporal, la presencia de lo sobrenatural y lo macabro...

viernes, 2 de noviembre de 2012

Más moral que el Alcoyano

Recientemente hemos podido disfrutar de un partido de fútbol entre el Real Madrid y el Alcoyano. 

Seguro que has escuchado alguna vez esta frase, para indicar que alguien tiene mucha fe o confianza en realizar alguna empresa que parece imposible.

Pero, ¿sabes de donde viene?